Wednesday, April 25, 2007

1. BETTY LEONE Y CARLO GHEZZI. SOBRE DI VITTORIO


Betty Leone

Gracias a todos los oradores que intervendrán esta tarde y, muy particularmente, a quienes han aceptado estar aquí con nosotros para reconstruir los acontecimientos de aquel octubre de 1956.

Queremos hoy experimentar y recorrer el camino que hemos elegido para la celebración del Centenario de la CGIL con este acto del cincuentenario de los llamados “hechos de Hungría”, es decir, la intervención militar de la Unión Soviética que sofocó la revuelta popular húngara.

La clave de lectura del Centenario ha sido afirmar que la historia de la CGIL es la historia de Italia, no sólo porque es su expresión sino porque nuestro sindicato ha influenciado profundamente la evolución civil y democrática del país.

Desde esta óptica queremos recordar la firme posición que Di Vittorio y la Secretaría nacional de la Cgil asumieron con relación a la intervención soviética en Hungría.

Este dramático acontecimiento abrió, de hecho, una profunda herida en la izquierda italiana porque ponía en entredicho la autonomía nacional de la elección de los caminos para la construcción democrática del comunismo e infringía el sueño de una evolución democrática: lo que en el 68 llamamos el “comunismo de rostro humano”.

En el áspero debate que se abrió en el Partido Comunista Italiano y en todo el país, el grupo dirigente nacional de la CGIL se orientó sin titubeo alguno por la democracia como instrumento de emancipación de la clase obrera y las masas populares. Esta posición, de la que estamos orgullosos todavía hoy, es coherente con el camino de la CGIL, como sujeto político autónomo: el “sindicato de los derechos y la solidaridad”.

Escuchando los testimonios de los protagonistas de aquel octubre del 56, nos gustaría encontrar respuestas a una interrogante: ¿qué es lo que permite a Di Vittorio asumir un juicio tan a contracorriente con relación al debate interno de su partido, con quien estaba ligado con vínculos de pertenencia y lealtad, tanto rechazando aquella intervención militar como a proclamar una huelga de solidaridad con la revuelta de los obreros húngaros? La respuesta a esta pregunta podría ayudarnos en este debate que estamos haciendo sobre los destinos de la izquierda italiana. Ahora tiene la palabra Carlo Ghezzi, presidente de la Fondazione Di Vittorio, que presenta el Informe introductorio.


Carlo Ghezzi (Introducción a los trabajos)

En el ámbito de las investigaciones, de las reflexiones, del estudio y de las celebraciones que caracterizan el Centenario de la CGIL, hemos creído que era obligado y útil recordar y volver a proponer en el debate de nuestros días de hoy lo que ocurrió dramáticamente hace cincuenta años en Hungría, en octubre de 1956. Lo recordamos y volvemos a traerlo a colación con las valoraciones y los juicios que la CGIL, dirigida por Di Vittorio, dio sobre aquellos trágicos hechos, sobre las decisiones que tomó la Confederación, sobre el debate que todo ello provocó en el interior del mismo sindicato, en la izquierda y en la sociedad italiana.

Intentamos volver a recorrer uno de los pasajes más difíciles y más significativos de nuestra larga historia centenaria: la decisión del aquel grupo dirigente de la Cgil y de su secretario general en un momento casi neurálgico, su perspicacia, lucidez y coraje.

Podemos volver a releer juntos algunas de las frases contenidas en el texto que se hizo público el 27 de Octubre de 1956 tras decisión de la dirección de la Unión Soviética de intervenir militarmente en Hungría, reprimir la revuelta, abatir el legítimo gobierno, presidido por Imre Nagy. Podemos reflexionar juntos sobre el significado de tales frases y su clarividencia. Se trata de unas frases que hemos sacado del texto que Giacomo Brodoloni, junto a Piero Boni y Oreste Lizzadri --dirigentes socialistas de la CGIL y estrechos colaboradores de Di Vittorio y de su secretario general adjunto, el llorado Ferdinando Santi— había escrito el 26 de octubre y que Di Vittorio asumió inmediatamente. Aquel documento fue, con unas correcciones mínimas, el comunicado oficial de la secretaría de la CGIL, y reza así:

“”La secretaria confederal frente a la dramática situación creada en Hungría expresa ante los luctuosos acontecimientos la condena histórica y definitiva de métodos antidemocráticos del gobierno y de la dirección política que muestran la separación entre los dirigentes y las masas populares. El progreso social y la construcción de una sociedad, donde el trabajo esté libre de la explotación capitalista, sólamente son posibles con la participación de la clase obrera y las masas populares, garantía de la más amplia afirmación de la libertad, democracia e independencia nacional”””.

Y prosigue afirmando que:

“””La Cgil expresa que cese de manera urgente el derramamiento de sangre y que la nación húngara encuentre –en una renovada concordia-- la fuerza para superar la dramática crisis actual [...] Al mismo tiempo, la Secretaría de la CGIL, fiel al principio de no intervención de un Estado en los asuntos internos de otro, deplora que se haya pedido, y se ha verificado en Hungría, la intervención de tropas extranjeras [...]”””

La Secretaría concluye su comunicado con un llamamiento a la unidad de los trabajadores y con la proclamación de una huelga de dos horas en solidaridad con las víctimas de la represión soviética. Una decisión neta, clara e inequívoca que nos permite reafirmar –a cincuenta años vista de los acontecimientos— que la CGIL, su grupo dirigente y Giuseppe Di Vittorio, su secretario general, hicieron un análisis y dieron unos juicios resueltos y coherentes. La CGIL no se hizo autocrítica alguna, ni corrigió esta posición, y mucho menos nunca tuvo nada de qué arrepentirse.

Cierto, no se puede negar que aquella deliberación de la secretaría confederal y sus tomas de posición provocaran en el cuerpo de la organización unas discusiones ásperas que, en algunos territorios, se resistieron a aceptarlas. No podemos negar que la Camera del lavoro de Milán –cuyo comité ejecutivo se alineó en perfecta sintonía con los contenidos del comunicado y la decisión de la convocatoria de la huelga de dos horas, intentó salir del embarazoso impasse que se creó, votando por unanimidad una resolución, propuesta por el secretario general de la FIOM milanesa, Aldo Bonaccini, que convocaba sólo a una hora y finalizaba dando el pésame por las vícitmas de ambas partes. Ni tampoco podemos pasar por alto que los grupos dirigentes de la Camera del lavoro de Bologna rechazaron la convocatoria de huelga. Pero estas resistencias no pueden ofuscar, sin embargo, el rigor y la limpieza de la decisión de la secretaría de nuestro sindicato.

En el contexto internacional, en el que estaba la insurrección húngara, el XX Congreso del PCUS el informe de Kruschef, los acontecimientos polacos que le precedieron –así como la dialéctica que se abrió en el inolvidable 1956, tal como así se llamó este año--, entre el Partido Comunista y el Partido Socialista italiano, todavía bajo las duras tensiones entre Giuseppe Di Vittorio con la dirección de su partido, el comunista, y con su secretario general, Palmiro Togliatti, sobre los planteamientos del Octavo Congreso del PCI (Roma, del 8 al 14 de diciembre del mismo 1956), en el curso del cual Di Vittorio supo defender la autonomía de la CGIL, su dialéctica interna y anunciar la superación de la vieja “correa de transmisión” entre el partido y el sindicato, se dieron algunas de las aportaciones a cargo de dirigentes muy relevantes.

Quiero agradecerles vivamente que hayan aceptado nuestra invitación a discutir. Mucho más que personalmente, quiero agradecer en nombre de la Secretaría de la CGIL, de la Fondazione Di Vittorio y del SPI-CGIL con la contribución de su sección “Storia e Memoria” que ha organizado con nosotros este importante seminario en el ámbito de los programas que ha puesto en marcha la Associazione per il Centenario.

Quiero hacer público, por amor a la verdad, que cuando empezamos a estructurar este acto, estuvimos trabajando en estrecho contacto con Bruno Trentin, secretario general de la Cgil entre 1988 y 1994, que en aquel lejano 1956 era el responsable del Departamento de Estudios de la Cgil y estrecho colaborador de Giuseppe Di Vittorio.

Sin embargo, en el pasado mes de agosto, durante sus vacaciones en su estimado San Candido in Val Pusteria, Bruno ha sido víctima de un accidente tan grave que hace que, a estas alturas, su salud sea problemática y, por lo tanto, le impide estar presente entre nosotros y dar su contribución a nuestras discusiones. Desde aquí le mandamos nuestros más calurosos deseos por una rápida y completa recuperación.

No puedo ocultarles a ustedes que tuve una fuerte emoción cuando fui informado por uno de sus familiares que, antes de la estúpida caída de la bicicleta que le ha herido, Bruno Trentin había trabajado intensamente y completado el borrador, los apuntes y el escrito de su comunicación a este seminario. Su colaboración nos ha parecido tan clara, importante y significativa que, con el acuerdo de Marcelle Padovani y tras una relectura del texto confiado a Michele Magno, hemos creído obligado y, al mismo tiempo, útil hacerlo público en el curso de estos debates; y, además, hemos decidido publicarlo en las Actas de este seminario.

Bruno me había dicho repetidamente, mientras discutíamos juntos la preparación de este seminario, que tenía muchas ganas de volver a pensar sobre aquellos acontecimientos, en las decisiones que tomó la CGIL y en la figura de Giuseppe Di Vittorio, del que el año que viene, en 2007, se cumple el cincuentenario de su muerte, que le llegó inesperadamente en Lecco, el 3 de noviembre de 1957 al finalizar un mitin sindical.

Me permito aprovechar esta ocasión para informar que la Fondazione Di Vittorio está empeñada en organizar un ciclo de iniciativas a lo largo de 2007 para estudiar, analizar y reproponer a la sociedad italiana, recordándole adecuadamente la figura humana y política, la vida y la obra de una personalidad tan significativa y rica de un dirigente sindical, de un dirigente político, de un hombre de la Resistenza, de un padre constituyente, de un autorizado exponente de las instituciones republicanas como fue Giuseppe Di Vittorio.

Con Bruno Trentin, al igual que con Guglielmo Epifani junto a otros autorizados estudiosos, hemos empezado a definir en los meses anteriores las citas más significativas de nuestro proyecto para el cincuentenario de la desaparición de Di Vittorio como ya hemos informado a su hija, Baldina Berti-Di Vittorio. Ahora bien, hemos decidido anticipar en el curso de este 2006 una parte de ese itinerario con la realización de este seminario sobre “Di Vittorio y los acontecimientos de Hungría”. Lo hemos hecho para situar nuestra reflexión en el ámbito del Centenario de la CGIL, con todo el peso de la decisión ligada a los hechos húngaros y a cuanto que permitía a nuestra organización incubarlos, hacerlos madurar y explicitarlos, tienen significado en su siglo de historia, en sus relaciones con la izquierda y con la sociedad italiana, con la misma Federación sindical mundial, de la que Di Vittorio fue su presidente en 1949. Lo hemos hecho también porque nos encontramos ante los cincuenta años de aquel dramático otoño de 1956. La opinión pública, los media, los estudiosos, tanta parte de la sociedad italiana, a partir de algunas consideraciones autorizadamente expresada por el Presidente de la República, Giogio Napolitano, han merecido una discusión y una reflexión a campo abierto sobre los hechos de 1956, y no podía faltar la voz de la CGIL y la Fondazione Di Vittorio.